sábado, 30 de noviembre de 2013

Un as de espadas.

Su pupila
eran trozos de infierno
rebozando en un mar
escarlata exhausto
pero distinguir
un océano de algas
al rededor de Satan
creo ver el futuro hecho cenizas

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los ojos negros
condenzados de una sustancia de hormonas
las nubes me van a asesinar
gritaba en el auge del amanecer
de hecho
lo harán
tormentas avasallaran su mente
hogaño los demonios andan a toda hora solar

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no sé si el teléfono seguirá sonando mientras mis pies resuenen sus quejidos matutinos. tampoco sé si seré la misma por la mañana luego de la tormenta electrica
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sus mirada desgarrada
detras de un puño escarlata
que como arlequín
pretendía ocultar su sronrisa
al despertar debajo de las sabanas del infierno 

lunes, 4 de noviembre de 2013

Delirando entre sábanas.

Veo de nuevo
como el humo
se vuelve (denso),
y la mirada se dilata
con el brillo de la ciudad.
El llama la atención
reza a los condenados.
no da pistas,
ni siquiera deja
un camino de migas para volver
de la cruda realidad
que me espera
en la falla tectónica
de su sonrisa.

Araño su espalda,
dejo un regalo.
No sé nada
de la ropa en su habitación.
Quisiera desaparecer
esconderme
en el filtro del cigarrillo

que aprieto en mi puño de porcelana crisada 

Una realidad que debería admitir.

Quizás yo me conformaba con cosas pequeñas, como arder un tabaco en mis labios o presionar mis pies en la madera baja de la silla, formando un arco entre mis piernas. También observar la pila de libros en mi escritorio, tan desordenado como mis pensamientos, creyendo que algún día me voy a atrever a terminarlos; le tengo miedo a los libros largos, concatenados de páginas amarillas o blancas, me agradan de todo tipo. El tema es tenerle miedo a la perfección de las palabras; una idea que aspiro a comprender. Pánico a no razonar su verdadero significado y caer en la rueda de los incomprendidos lectores consumidores de esbozos fallidos, palabras que intentan quedar bien.